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¿Plan E? Plan C... de catástrofe
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Más demagogia para ocultar la depresión

Rodríguez Zapatero vuelve a abrumarnos con ejercicios de demagogia que empiezan a resultar ridículos. Según él, la crisis actual es algo pasajero; dentro de unos meses, antes de que llegue el verano, la economía española demostrará su fortaleza con signos evidentes de recuperación.

Rodríguez presume de tener un “Plan E” frente a la crisis. Pero el  “arsenal” que exhibe ante todo es el destino de 8.000 millones de euros a los ayuntamientos para "rehabilitación de inmuebles, servicios municipales, apuesta por la tecnología, movilidad sostenible, eliminación de barreras arquitectónicas y seguridad vial”. Estima que esta medida creará 300.000 puestos de trabajo. Se tratará, obviamente, de empleos temporales, que desaparecerán al terminar las obras a las que se afecten los recursos (en caso de que éstos existan). Por ello, en el mejor de los casos, la inyección de los 8.000 euros tan sólo rescatará momentáneamente del desempleo a un sector de trabajadores de la construcción, que se sumergirán de nuevo en el paro. Entretanto, la dinámica de destrucción de empleo que estamos viviendo habrá sumado otros 300.00 efectivos en poco más de dos meses.

Lo que Rodríguez Zapatero persiste en ocultar  es que la economía española ha entrado en una situación de depresión: en un dilatado periodo de desplome de la producción, el consumo y la inversión, con extensas quiebras de empresas, un alto nivel de paro y un descenso de los precios.

 

Las raíces estructurales de la crisis

A esta situación no nos ha llevado Bush, como ha estado propagando Zapatero. Ha sido, ante todo, el resultado de una crisis estructural española larvada bajo los últimos gobiernos del régimen. La integración en Eurolandia, la introducción del euro y el acatamiento del “libre cambio” internacional, nos han reducido a una economía de servicios. Los fondos aportados durante años por Eurolandia han sido el cloroformo con el que se anestesiado el hundimiento de nuestra industrial, agricultura, cabaña y flota pesquera. En estas condiciones, el crecimiento económico experimentado durante la última década ha sido, en lo esencial, el propio de los países del Tercer Mundo. Esto es, un crecimiento basado en el consumo interno, el ladrillo y el turismo. Y todo ello espoleado por los bajos tipos de interés que convenían en ese momento al eje franco-alemán, de lo que se ha derivado el endeudamiento astronómico de familias, empresas y entidades financieras –el mayor del mundo-, y sustentado en la explotación masiva de mano de obra barata: casi el 50% de la población ocupada es mileurista. A tal situación ha contribuido la inmigración masiva propiciada primero por el PP y luego por el PSOE, con la finalidad de reventar los salarios y las condiciones de trabajo de los españoles.

El punto de inflexión se sitúa a comienzos de 2007. A los bajos salarios se han sumado una subida de la inflación –provocada, ante todo, por nuestra completa dependencia energética- y de los tipos de interés fijados por el Banco Central Europeo para precipitar al ladrillo en una crisis de sobreproducción. Ha repercutido inmediatamente en el sistema bancario y, a continuación, en el conjunto de la economía. Ese punto de inflexión ha coincidido una aguda crisis financiera internacional, esa sí provocada por la orgía especulativa-inmobiliaria de los USA

 

Lo que nos espera

Las consecuencias están a la vista. Las previsiones más optimistas hablan de una caída del 1% del PIB para el conjunto de 2008; las más realistas pronostican entre un 2% y un 2,5% de decrecimiento para 2009 y 2010. Y ya hoy está en marcha la mayor destrucción de empleo de la historia del juancarlismo.

Según cifras oficiales, España ha sumado 1 millón de parados en un año, lo que implica un incremento del 47% respecto de 2007. De acuerdo con esas cifras, hemos alcanzado la cifra de 3,1 millones de desempleados, con lo que el paro se cifra en el 13,4%, frente al  7,8%  de media en la Unión Europea. El gasto por desempleo ha crecido un 60%, lo que ha obligado al ministro Corbacho a reconocer que los servicios públicos de empleo entrarán en déficit en 2009. En cuanto a las perspectivas, son para 2009 una tasa de paro próxima al 18% (más de 4 millones de parados) y que podría llegar al 20% en 2010, año para el que ya ningún estudio estadístico serio prevé todavía síntomas de recuperación. Todo lo más, un lento tránsito de la depresión a años de estancamiento.

Paralelamente, la  afiliación a la Seguridad Social ha acusado en diciembre un desplome, sin precedentes, de un 4,34% interanual. Ha perdido 841.000 afiliados.  Según las estimaciones más recientes, el sistema de pensiones puede estar en quiebra en 2016. Parece que el PSOE y el PP ya están de acuerdo en la solución: cotizar cada vez más años y cobrar menos.

 

Monarquía de los banqueros

El vigente régimen es, desde el punto de vista de la fuerza social hegemónica en el mismo, una monarquía de los banqueros. Su función principal es asegurar que se seguirán repartiendo dividendos hasta en la Caja más cutre incluso en momentos como el actual, en el que más de la mitad del sistema bancario está técnicamente quebrado. Ante el gigantesco endeudamiento exterior de bancos y cajas -más de 900.000 millones de euros-, un gobierno que se denomina socialista ha puesto a su disposición 50.000 millones de euros en concepto de adquisición de activos y 200.000 millones en avales. Algunos ingenuos creyeron que el destino de esa intervención estatal sería agilizar la concesión de créditos a las pymes y particulares. Pero bancos y cajas, que se han hecho de oro durante el boom del ladrillo, utilizarán esa colosal inyección monetaria, que tarde o temprano saldrá del bolsillo de los contribuyentes, para tapar los boquetes del sistema financiero. Estas medidas, éticamente inmorales y socialmente criminales, han sido aplaudidas por la totalidad del arco político y sindical del régimen.

 

La metástasis autonómica

Añádase a lo anterior que el vigente sistema político se asienta en una estructura territorial con un nivel sin parangón de ineficiencia, despilfarro, y corrupción.  Hasta el momento, las Comunidades Autónomas consumen el 60% del gasto público, el triple del asignado al “Estado”. Queda un 18% del PIB, para financiar España. Y es en ese momento cuando Zapatero, con el permiso de la Zazuela, ha diseñado en sus contactos “bilaterales” con Montilla  una reforma del sistema de financiación de las Comunidades Autónomas, siguiendo pautas previstas en el estatut. Luego hemos asistido al desfile de los demás caciques autonómicos, al grito de ¿Qué hay de los mío?, ansiosos por arrambar para sus respectivas taifas los incrementos de financiación prometidos,  que pueden cifrarse en un 15%. Rodríguez Zapatero, después de proceder al salvamento multimillonario de los banqueros, ha decidido endeudar todavía más a los españoles y a sus hijos para que la sífilis de la disgregación autonómica siga diseminándose, precisamente cuando el desempleo bate todos los record de Europa, cuando es posible que en este año no haya dinero para los parados y cuando avanzamos a toda máquina hacia el desmoronamiento de la Seguridad Social.

 

¿Quién paga?

La pregunta que debemos hacernos es con qué dinero se piensa financiar todo lo anterior. Es claro esto implicará un incremento brutal de la presión fiscal, que ya ha comenzado a producirse en las Comunidades Autónomas y Ayuntamientos. Pero en la actual coyuntura de depresión, el expediente fundamental va ser el recurso a la emisión de deuda pública.

Ahora bien, esto tiene lugar en un momento en que la  masiva oferta de papel por parte de los gobiernos de medio mundo, comienza a generar dudas entre las filas de los capitalistas de muchos países. La demanda no logra cubrir la avalancha de ofertas de deuda pública. La emisión masiva de deuda amenaza con provocar problemas en la colocación de bonos públicos en el mercado. Ni siquiera Alemania, motor económico de Eurolandia, está consiguiendo vender toda la emisión de deuda que había previsto.

La deuda pública española, por la caída de credibilidad de nuestra situación, ya está sufriendo el castigo de continuas subidas de la prima de riesgo (expresadas en un diferencial de tipos de interés entre el bono español y el alemán que ya se ha situado en  ocho décimas cuando hace menos de un mes estaba en torno a las cuatro). Zapatero tendrá graves dificultades en dar salida a sus bonos, por lo que deberá ofrecer crecientes intereses por los mismos. Además, ya hay analistas que están echando cuentas acerca de hasta dónde va a escalar el déficit público y pronostican que en 2010 podría superar la escalofriante cifra del 8% del PIB, lo nos colocaría en una senda de argentinización, de catástrofe integral

De la crisis inmobiliaria a la crisis bancaria y de ésta al colapso financiero del Estado. El Plan C de ZP.