La tarea central de toda organización revolucionaria que se precie de serlo es poner todos los medios a su alcance, al servicio de la refundación de la Nación Española.
Estamos asistiendo al mayor drama político de la historia de España. Hemos comprobado tras la proclamación de la república en Cataluña cuál es el nivel objetivo de la conciencia nacional de los ciudadanos españoles. La realidad es decepcionante: cero patatero. ¿Y cuál es el nivel de respuesta de los ciudadanos españoles en la provincia de Barcelona? La alucinante creación de una organización llamada Tabarnia, encargada de organizar las movilizaciones de los ciudadanos expañoles residentes en Cataluña, una de cuyas cabezas visibles es el cómico Albert Boadella. Proclaman ser españoles cuando en realidad son fieles siervos de la monarquía partitocrática erigida en la transición de 1978 y defensores de la Constitución, en la que se recoge el desarrollo de la Expaña de las Autonomías, punto de partida de las reivindicaciones hacia la independencia y contra la unidad de España.
Una constitución que consagra el poder de la Iglesia a través de los concordatos, y que se niega a reconocer la independencia del poder judicial, dando así más facilidad a la corrupción, convirtiéndola en estructural. Problemas estos y muchos otros más que Tabarnia deja de lado, a la hora de planificar su “lucha”. No es de extrañar, pues, que si el PP no apoya las manifestaciones sí ha enviado personajes relevantes a las mismas.
En resumen hay que concluir que Tabarnia es una organización que opera como obstáculo para la lucha por la unidad de España soberana, republicana y socialista.