El Partido Nacional Republicano ya avanzó que el desbordamiento parcial de los instrumentos de control y sometimiento del régimen vigente y las explosiones sectoriales podrían formar parte de un nuevo paisaje. Con la que está cayendo, nada o casi nada ha acontecido.
Lo ocurrido en Gamonal no nos permite inferir dinámicas sociales ni considerarlo como el epicentro simbólico de las convulsiones que en el futuro, más o menos inmediato, arrasarán con todo, tal y como algunos han vislumbrado. Los contenidos de las vindicaciones, de pocos vuelos, tampoco daban alas para nada. Ni las movilizaciones vecinales han representado las míticas jornadas revolucionarias obreras con las que siempre alucina la extrema izquierda y que, como siempre, intentan capitalizar a base de pedradas y pasamontañas.
Lo realmente positivo y a destacar de los sucesos del barrio burgalés es la utilización de las formas y métodos de acción directa con consecución exitosa de objetivos. En este caso, la paralización de las obras y la retirada definitiva por el ayuntamiento del plan.
Trabajadores, parados, amas de casa, jubilados, jóvenes, se reunieron en asambleas soberanas sin pedir permiso a partidos o sindicatos, nombraron a sus representantes para negociar con un mandato que no podían alterar sin contar con la autorización de la asamblea de vecinos y se concentraron, se manifestaron y pararon las máquinas.
Son rasgos de la acción directa de masas que preconiza el PNR. Esta forma de lucha extendida y dotada de los objetivos que reflejen la defensa de los intereses materiales y políticos del pueblo trabajador español es la única vía para frenar los ataques a sus condiciones vida y conquistar su futuro.