La trayectoria vital de Juan Colomar estuvo caracterizada, desde su periodo universitario, por una dedicación plena, constante, a la acción política. En su caso, ética y política fueron siempre juntas. Ha sido el paradigma de animal político.
Fue una persona sabia que, como Zaratustra, huyó de ser tenido por un maestro, siempre rodeado de un séquito de discípulos. Aún así, no pudo evitar convertirse en un pedagogo que educó mediante su acción política.
Así, enseñó cómo desarrollar la acción política, qué características debe cumplir para que sea en cualquier caso fructífera. Debe ser metódica, con una dedicación plena de mente y corazón, rigurosa. El estudio en profundidad de las fuentes. El análisis y la reflexión crítica. El método científico con rigor racional.
En ese camino vital, político, fue siempre independiente en su búsqueda de la verdad. Autónomo en su pensamiento. Coherente con las conclusiones a las que llegó. Contundente a la hora de tomar decisiones trascendentales.
Recorre toda su experiencia política una predisposición combativa, inconformista, revolucionaria. Su talla intelectual y su compromiso político le llevó a ser siempre dirigente de los grupos y partidos en los que militó. Nunca tuvo un papel gregario.
Poseía como virtud una excepcional capacidad para el análisis político. Su agudeza se traducía, una y otra vez, en una llamativa exactitud en las previsiones, en el descubrimiento de los trasfondos de los procesos políticos.
Pero junto a este destacable rasgo de su perfil como activista, como legado nos deja un discurso teórico, absolutamente propio, fruto de su devenir político. Un discurso que combina reinterpretaciones de autores y conceptos previos junto con originales aportaciones para cristalizar en una síntesis personal que el paso del tiempo redimensionará en su justa medida.
Un discurso articulado sobre varios ejes: el nacionalismo político, el antagonismo entre democracia y liberalismo, la denuncia del individualismo como la común esencia última del marxismo y el liberalismo, la construcción de un socialismo mayor de edad, la vinculación inseparable de los conceptos nación, democracia y socialismo, la vigencia fundamental de la diferencia entre dominium e imperium, la preeminencia de la política, el vínculo férreo entre voluntad general, democracia y comunidad de ciudadanos, su explicación de la historia de España, etc.
Un discurso que es la culminación de su trayectoria política. Que cristalizó en su más preciada creación: el Partido Nacional Republicano. Al que dedicó toda su voluntad creadora desde noviembre de 1994. En el que volcó todas sus virtudes durante sus últimos diecisiete años. Siempre supimos que era de lo que se sentía orgulloso y no de otras etapas iniciales. Conviene tenerlo presente.
Hoy, en el decimoquinto aniversario de la fundación del Partido Nacional Republicano, quienes militamos en el mismo reafirmamos nuestro compromiso político. Con emoción por el camarada que nos ha dejado, sirva esta proclamación como el mejor tributo que le podemos rendir. Nitimur in vetitum.
ESPAÑA, REPÚBLICA, SOCIALISMO