La oligarquía de partidos del juancarlismo, fundamentalmente representada por el PP y el PSOE, concurre una vez más a la liza electoral. En esta ocasión a escala local y autonómica, entre la fanfarria mediática y la farfolla de supuestas alternativas que, en realidad, se reducen a dirimir cuál de las recuas que integran las listas electorales de turno desfilará sobre las moquetas institucionales del régimen y tirará del presupuesto. Este tipo de comicios son mecanismos de auto-reproducción del PPSOE y proyección de su hegemonía en ámbito autonómico y municipal, sin perjuicio de que al tratarse de elecciones de segundo orden, brinden la oportunidad a pequeñas formaciones de obtener representación.
Pero ni la desarticulación nacional, ni la crisis económica y sus efectos, ni la anulación completa de nuestra independencia y soberanía nacional se pueden abordar desde las concejalías de los ayuntamientos o las consejerías de los gobiernos autonómicos. Y los partidos que las ocupan, sea cual sea el nivel institucional de que se trate -nacional, regional o local- son meras facciones de un mismo régimen cuya ejecutoria es inequívocamente antinacional, antisocial, antidemocrática y criminal por su trayectoria internacional.
El PP y el PSOE, hombro con hombro, han promovido la dislocación de España alentando la inmersión lingüística y la persecución del español en aquellas regiones donde gobiernan. Cuando no, han adoptado de manera mimética posiciones separatistas o colaborado con ETA. Han vaciado el Estado a impulso del proceso autonómico, mediante reformas estatutarias soberanistas y la transferencia de, prácticamente, todas competencias estatales a la pesada estructura autonómica, cuyo lastre de parlamentos, de consejerías y administración, entramado de organismos autónomos y empresas públicas, televisiones y radios, cajas de ahorro, oficinas de representación en el exterior, etc., han contribuido decisivamente al desastre económico al que nos ha abocado este régimen.
No ha sido menor la participación de los ayuntamientos, “la administración más cercana al ciudadano”, en la debacle de las cuentas públicas y el despliegue de la rampante corrupción de la partitocracia a través de los instrumentos urbanísticos de su competencia.
El PP y PSOE, mano a mano, han acudido al rescate de sectores del capital en colapso alimentando la espiral de la deuda y el déficit público cuyo peso se ha descargado sobre los lomos de los españoles: la construcción, el automóvil y principalmente la banca, ha recibido ingentes sumas de dinero del contribuyente quien, mientras tanto, hacía cola en masa ante las oficinas de desempleo, sus negocios eran liquidados y sus hogares embargados.
Los programas económicos del PP y el PSOE son complementarios, hasta tal punto que el PSOE ha arrebatado sin dificultad al PP la bandera de los recortes sociales y las privatizaciones en aras de reintegrar la deuda a la UE: al dictado de la Europa de Merkel, Sarkozy y de las exigencias del FMI, el PSOE ha reducido los salarios a los funcionarios, ha congelado las pensiones, aumentado la carga fiscal de los españoles con el incremento del IVA, facilitado el despido, eliminado prestaciones sociales, privatizado Lotería Nacional y AENA, retrasado la edad de jubilación, etc. La única objeción del PP es que se debería profundizar más en esta línea.
Coinciden pues ambas formaciones en que España sea un protectorado de la UE y aspiran a administrar la colonia para sus dueños.
PP y PSOE, prietas las filas, han prestado nuestra diplomacia, bases, efectivos y armas a las guerras imperialistas y criminales de USA, Francia, Reino Unido y a los conflictos instigados por Alemania: las matanzas humanitarias se han sucedido con el entusiástico apoyo tanto de gobiernos del PSOE como el PP en Irak, Bosnia, Kosovo, Yugoslavia, Afganistán y ahora Libia.
PPSOE es el partido único del régimen, el partido de la monarquía de los banqueros, el partido de los criminales de guerra. Parafraseando a Felipe González, se podría decir que PP y PSOE “son la misma mierda”. Añadir que los partidos que pretenden obtener representación y ejercer de bisagras, caso IU o UPyD por ejemplo, son las moscas que la acompañan siempre. Visionarios del cannabis, piratas, ultraizquierdas, ultraderechas y otras comparsas extravagantes aportan la riqueza cromática.