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Notas sobre las elecciones del 7-J
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Rodríguez Zapatero dice que el PSOE ha obtenido unos “resultados dignos”. Pero es evidente su desgaste, ante todo por la crisis económica.

 

ZP, en horas bajas

El PSOE ha perdido unos 740.000 votos y 4 escaños en relación con las elecciones europeas de 2004. Son singularmente desastrosos sus resultados en Madrid, Valencia y Cataluña. En esas regiones el PSOE ha perdido más de 440.000 votos respecto de las anteriores elecciones europeas. A esto hay que sumar el hundimiento del PSOE en Murcia, como fruto directo de las políticas hidráulicas promovidas por el ecolo-zapaterismo.

Ciertamente, aunque España es el país de Eurolandia en dónde más ha crecido el paro, resulta que el PSOE, que ocupa el gobierno, es el menos castigado de los partidos socialistas europeos. El Partido Socialista Europeo en su conjunto se ha quedado con una horquilla de 157-161 eurodiputados, frente a los 216 que tenía hasta ahora. Ha sufrido un tremendo varapalo en Francia, Reino Unido e Italia. Y ha descendido o se estanca en Alemania o Portugal. Por el contrario, en España, pese a sufrir nuestros trabajadores los peores efectos de la crisis en comparación con el resto de Europa, el retroceso del PSOE no ha sido todavía catastrófico. Sobre todo, no se ha traducido en un trasvase de voto al PP, sino a la abstención y, en menores proporciones, a UPyD y al voto en blanco.

Siendo cierto todo lo anterior, también lo es que el 7-J ha dejado tocado a Zapatero. A poco más de un año desde las elecciones generales se advierte que el sacar continuamente conejos de la chistera, maquillar las estadísticas del desempleo, prometer prontas recuperaciones de la economía y vislumbrar brotes verdes, no han conseguido contener una pérdida de crédito de Zapatero que se extiende a la propia esfera directiva del PSOE y más allá de ella. Si hay que hacer caso a El Confidencial de Jesús Cacho, la Zarzuela ya no percibe a Zapatero como “un hombre serio” y que “sabe perfectamente a dónde va”, sino como un”optimista ignorante”.

 

Respiro para Rajoy

Pese al desgaste de los 4,5 millones de parados, escándalos como el de Chaves, la caída de la popularidad de Zapatero y unas elecciones propicias  al voto de castigo del gobierno, el PP ha cosechado el irrelevante incremento de 200.000 votos respecto de las europeas de 2004. Diversas encuestas habían pronosticado que el PP se situaría 6-7 puntos por encima del PSOE. Ha conseguido únicamente una diferencia del 3,7 % que, tras el recuento del voto emigrante, caerá por debajo del 3,5 %, y sólo 2 escaños de diferencia. Algunos han llamado a esto victoria pírrica y otros, victoria sin alas. En cualquier caso, no deja de ser un pequeño consuelo para el gobierno de Zapatero. No se ha producido victoria del PP “por goleada” y ¡encima se mantiene Rajoy, el adversario “batible”!

En efecto, esta victoria ha sido aprovechada por Rajoy para proclamar la convalidación de su liderazgo y la convalidación de su línea p´ayudar que, en lo esencial, lo coloca a rastras del PSOE. Cosa distinta es que los resultados alcanzados, que otorgan un respiro a Rajoy dentro de la fronda de su partido, permitan al PP dar por hecho un triunfo en las generales del 2012. Ha obtenido 6,6 millones de votos, es decir, 800.000 votos menos de los que obtuvo Aznar en las europeas de 1994 y que le situaron más de 10 puntos por encima del PSOE, una ventaja que, sin embargo, quedó reducida a poco más de un punto en las elecciones generales de 1996.

 

Auge del partido-escoba

UPyD, que ha obtenido un notable éxito (450.000 votos, 155.000 de ellos en Madrid), responde al diseño de un partido-escoba: su función es recolectar descontentos de los dos grandes partidos, evitando su ulterior radicalización fuera del redil institucional del régimen, a cambio de agenciarse los momios de un papel de bisagra.

Por una parte de su programa, Rosa Díez aparece como un simple ectoplasma progresista de Zapatero (aborto, eutanasia, Educación para la Ciudadanía, apoyo a la versión oficial del 11-M, defensa de la inmigración masiva, estrechamiento del acercamiento a Marruecos, etc.). Pero a esa componente programática se suman otras dos. El “Patriotismo constitucional”: apelación a la unidad nacional de España mediante la invocación de retóricas incrustadas en la Constitución de 1978 y mediante algunas propuestas utópicas de reforma de la misma (devolución a la Administración central de competencias esenciales transferidas a las Comunidades Autónomas, denuncia del foralismo navarro y concierto vasco, etc.). El “Regeneracionismo”: la propuesta estrella, tan quimérica como las anteriores, es la independencia del poder judicial.

Este coctail programático ha servido a UPyD para morder como un vampiro en franjas de votantes del PSOE, entre nostálgicos de los tiempos de Felipe González y, sobre todo, en amplios sectores procedentes de la órbita del PP, descontentos con la "tibieza" de Rajoy y su equipo.

Por lo demás, en el plano orgánico, UPyD es hoy punto de desembarco de buscavidas llegados de todos los puntos cardinales: del PP, cabezas de lista de partidos localistas, andalucistas, IU y, por supuesto, de la desbandada de Ciudadanos.

 

Los estrategas del voto de castigo

El ascenso de UPyD no se puede explicar sin el apoyo de Pedro J. Ramírez desde El Mundo y, sobre todo, de Federico Jiménez Losantos a través de su programa en la cadena COPE y de Libertad Digital. Estos estrategas del voto de castigo han tratado de quebrar el liderazgo de Rajoy con el fin de conseguir una “regeneración del PP”. Los frutos del intento están a la vista: por el momento no han hundido a Rajoy, pero no cabe duda de que han debilitado al PP. Algo tiene que ver la escasa contundencia de su triunfo con una parte importante de los 450.000 votos a UPyD. De lo que se deriva un innegable favor de PJR y FJL a Zapatero.

 

El voto en blanco

Según lo previsto, se  ha producido una elevada abstención (54%), con un ligero retroceso respecto de la de 2004 (54,86%).

El voto nulo se ha contraído. De 154.209 en 2004 (0,98%), ha pasado a  98.079 (0,62%). En cambio, el voto en blanco ha registrado un importante crecimiento. En 2004 hubo 95.014 votos en blanco (0,61%); en las recientes elecciones europeas, 220.179 (1,41%). Y todo ello pese al auge de UPyD y la presencia de una decena larga de candidaturas de extrema derecha y extrema izquierda, todas ellas hostiles ante la opción por los sobres vacíos.

El voto en blanco se ha situado, como media, en el séptimo lugar entre las diversas opciones. Pero son muchas las provincias en las que ha ocupado el quinto puesto: Asturias, Valladolid, Burgos, León, Salamanca, Madrid, Toledo, Málaga, Córdoba… Sus cotas más altas se alcanzan en Barcelona (41.595 sobres vacíos, el 2,80%). 

Todo parece indicar que este voto, si bien tiene diversas procedencias, aflora prioritariamente del PSOE. El caso de Barcelona ilustra claramente el sentido del voto en blanco: acción política de repudio de todos los partidos del régimen, que es precisamente un Estado monárquico y autonómico de partidos: una partitocracia coronada y organizada en taifas.

A falta de una mayor comprobación, el voto en blanco ha sido impulsado únicamente por dos partidos políticos: un sector de Izquierda Republicana y el Partido Nacional Republicano.